26 nov 2011

Un padre y su hijo pasaron una semana en una humilde y pequeña granja de unos parientes lejanos. El padre deseaba que el muchacho, consentido y perezoso, conociera la vida dura y sacrificada de aquella familia para que valorara todo lo que tenía.




Ya de regreso a casa,el padre preguntó:
- ¿ Qué te ha parecido el viaje?
- Me ha gustado papá.
- ¿Has visto que pobre puede llegar a ser la gente?
-Sí.
- ¿Y qué has aprendido?




- He visto que nosotros un perro en casa y que ellos tienen cuatro. 
Nosotros tenemos una piscina de unos pocos metros de largo y ellos tienen un arroyo que no tienen fin. 
Nosotros tenemos luces para alumbrar el jardín de noche y ellos tienen todas las estrellas del cielo.
Nuestro jardín limita  con la valla que separa nuestro casa con la del vecino. El suyo limita con el horizonte.
Ellos siempre tienen tiempo para reunirse en torno a la mesa y conversar sobre lo que han hecho durante el día o lo que le ocurrió al vecino... Ustedes se pasan el día trabajando y cuando llega la noche están tan cansados que casi no encuentran el momento para compartir nada...




El padre contempla a su hijo en silencio, con sorpresa y ternura a un tiempo. 
Y el hijo añadió:
- ¡Gracias , papá, por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser!

Anónimo.


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